En España, muchas empresas ya están encendiendo la calefacción para acondicionar sus instalaciones. El aire acondicionado es uno de los componentes que más pesa en la factura energética de las empresas, y también es uno de los componentes que ofrece un mayor margen de rentabilidad.
Tanto con aire acondicionado como con calefacción, se pueden tomar medidas para reducir su consumo de energía. Apostar por ella es beneficioso para cualquier negocio por dos motivos principales: reduces costes recurrentes con un alto peso específico en las cuentas de tu empresa y evitas el derroche de energía que pueden provocar determinadas prácticas.
El consumo asociado a la climatización es significativo porque es continuo durante todo el año, en invierno para utilizar la calefacción y en verano para utilizar el aire acondicionado y ventilación de habitaciones e instalaciones. Las medidas de eficiencia energética nos permiten mejorar el rendimiento de nuestras instalaciones sin comprometer la comodidad del usuario.
¿Qué puedes hacer para tener impacto y beneficios a corto plazo?
Cómo elegir el sistema de calefacción adecuado a tu empresa
En caso de que tu empresa se plantee una instalación nueva de un sistema de calefacción o incluso modificarlo por otro tipo de sistema, es conveniente que consideres previamente cuál puede ser el más adecuado.
Se recomienda tener en cuenta aspectos como el tipo de equipamiento a calentar o la actividad de tu empresa, ya que no es lo mismo climatizar un hotel que una pequeña oficina, o que la ubicación del local sea en Valencia que en Burgos. La instalación debe adaptarse a la superficie, la orientación del edificio, la zona geográfica, entre otros criterios.
Algunos aspectos a tener en cuenta para el ahorro energético y salud en la oficina
La importancia de la temperatura en el espacio de trabajo para el ahorro energético y la salud
El modificar constantemente la temperatura en las oficinas es muy común y un motivo de debate, sin embargo, solo logra disparar el consumo de energía de la empresa con pocos resultados, ya que no hay forma de aumentar la temperatura más rápido. En general, deben evitarse las fluctuaciones extremas de temperatura y las instalaciones deben mantenerse a una temperatura mínima.
Se aconseja no establecer una regla general para todas las empresas, ya que el uso de la calefacción puede variar mucho según la actividad. En habitaciones como oficinas es recomendable ajustar la temperatura entre 20 °C y 21 °C. Si las instalaciones se ventilan manualmente, se recomienda moderar el tiempo durante el cual se realiza esta operación. Es posible que diez minutos sean suficientes para renovar el aire sin provocar una pérdida significativa de temperatura. Cabe señalar que cualquier nivel superior puede tener un impacto significativo en las facturas de energía de la empresa.
Teniendo esto en cuenta, es importante concienciar a los empleados sobre el uso correcto de los dispositivos de calefacción. Un objetivo que se puede lograr más fácilmente si la empresa implementa una política ambiental que fomente la responsabilidad del personal por el consumo de energía.
Dar a conocer a los empleados las mejores prácticas, los beneficios con gestos sencillos y casi invaluables, la comodidad de utilizar instalaciones que tienen un impacto muy significativo en la factura energética.
Encender el calentador cuando se necesite
Lo más práctico es configurar y programar la calefacción varias veces, dependiendo del momento en el que haya personal en las instalaciones.
Si la operación solo se realiza durante el día, puede ser aconsejable apagar la calefacción por la noche y volver a encenderla poco antes de que llegue el personal. También es aconsejable, si es posible, cerrar las persianas y cortinas por la noche para aumentar el aislamiento de las habitaciones.
En este punto, sin embargo, es recomendable preguntar al proveedor de calefacción cuál es la mejor estrategia para determinar los tiempos de uso. Por ejemplo, el uso de calefacción por suelo radiante diseñado para un funcionamiento continuo no es lo mismo que el uso de una bomba de calor convencional.
Mantenimiento del sistema de calefacción
Comprobar periódicamente el funcionamiento de los radiadores, ventilar si es necesario o comprobar que la caldera no esté funcionando mal, son algunos ejemplos de buen mantenimiento de los sistemas de calefacción.
El Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE) estima que una caldera en buen estado puede ahorrar alrededor del 15% del consumo de energía.
El efecto contrario a no revisar de forma periódica el mantenimiento de los sistemas de calefacción, repercuten directamente en el rendimiento del mismo y, por lo tanto, en el ahorro energético. Existen, por ejemplo, además de la realización de mantenimiento periódico por parte de un profesional, sistemas de seguridad que, en caso de inundación o en caso de incendio originado por problemas de energía o cableado en mal estado, pueden detectar y alertar en ese supuesto.
Aislamiento correcto de las instalaciones
Además de elegir un sistema de calefacción eficiente, es muy importante que las instalaciones en las que opere estén bien aisladas. Reemplazar ventanas viejas por ventanas aislantes más modernas puede marcar una gran diferencia en las facturas de energía de una empresa.
De hecho, el uso de sistemas de doble acristalamiento reduce la pérdida de calor casi a la mitad en comparación con el acristalamiento simple. Además de evitar todo tipo de fugas de aire por los bordes de la carpintería.
Lo mismo ocurre con las puertas y paredes, que ayudan a mantener la temperatura correcta al evitar que se escape el calor. Según IDAE, la colocación de una capa de corcho, fibra de vidrio o poliuretano de 3 cm de espesor en las paredes tiene el mismo rendimiento de aislamiento que una pared hecha de piedra.
Antes de terminar quiero recordarte que también es importante prestar atención a otras áreas por dónde puede escapar el calor, como marcos y accesorios de puertas y ventanas, cajas de persianas enrollables sin aislamiento o tuberías y conductos.